Hace tres años, cuando Facebook decidió lanzar su Marketplace, su principal objetivo era competir con las aplicaciones de compraventa de artículos de segunda mano entre particulares, como Wallapop, Vibbo o eBay. Para ello, contaba con una ventaja con la que los demás no contaban: una audiencia potencial de 2.000 millones de usuarios. Sin embargo, ese vastísimo ecosistema para comprar y vender también podría haberse convertido en un quebradero de cabeza, ya que puede ser extremadamente difícil de moderar y de controlar qué contenidos se publican y cuáles no, hasta el punto de que el Marketplace alberga un auténtico 'top manta' en su interior, con crecepelos, perfumes de imitación, objetos homeopáticos, camisetas falsificadas e, incluso, masajes eróticos..


Basta con hacer una simple búsqueda por el Marketplace -o acceder a las "sugerencias destacadas" que Facebook hace a los usuarios desde la página de inicio- para percatarse de que hay elementos que en los que la descripción, la imagen y el precio no se corresponden entre sí. Simplemente, no cuadran. Por ejemplo, hay anuncios de camisetas de fútbol y de perfumes "originales" desde 9 euros; otros incluyen productos pseudocientíficos o dietéticos sin más referencia que una foto de alguna planta y que prometen mejoras inverosímiles para la salud; y, por último, hay bastantes anuncios de masajes (deportivos, quiroprácticos, relajantes...) en los que la imagen de una mujer (o un hombre) en pose sugerente es el reclamo.

El caso de los masajes eróticos es particularmente significativo. Especialmente, porque son anuncios de simples masajes aparentemente normales. Desde 'La Información' hemos contactado con los cuatro primeros anuncios que aparecen en el Marketplace en la zona de Madrid y alrededores con fotos o descripciones sospechosamente similares a las de los anuncios en páginas de contactos. En los cuatro casos, simplemente preguntando si el masaje podía ser erótico la persona en cuestión pasa a ofrecer detalles de los servicios sexuales incluidos y los precios, que van desde un mínimo de 45 euros en el caso de masajistas masculinos a los 90 euros en el caso de las profesionales del relax.

Las falsificaciones también son moneda corriente en el Marketplace. Hay varios anuncios de perfumes que afirman ser "100% originales". De hecho, alguno explica que por 20 euros te lo llevas "con un envase de cristal de murano de alta calidad". Otros, más agresivos, los ofrecen por 9 euros, aunque ocultan cualquier información de contacto y solo cuando pinchas en el perfil del vendedor adviertes que se trata de un usuario de Facebook que se dedica exclusivamente a vender falsificaciones (incluso con su propia web publicada en el perfil). En la descripción de algún anuncio incluso puede leerse que se trata de "perfumes de mujer y de hombre en envase universal con un 20% de esencia", al tiempo que dan un servicio postventa que prácticamente ningún comercio daría: "Si no te gusta, te devuelvo tu dinero incluso con el perfume abierto".

Pero la joya de la corona son las camisetas de fútbol... y en el Marketplace se encuentra de todo desde 15 euros, incluso menos, cuando los precios de las camisetas oficiales a estrenar de los clubes -al menos, de LaLiga- empiezan en alrededor de los 50 euros y pueden estirarse hasta los 100 euros por prenda, tal y como puede apreciarse en FutbolMania, una tienda online para adquirirlas completamente originales. Es cierto que, a priori, un algoritmo podría pasar por alto que se publiquen camisetas de fútbol de imitación en el Marketplace. Lo que es difícil de explicar es que a un equipo humano dedicado a la revisión de estos contenidos se le escape cuando ve el precio... O que las camisetas provienen de China, como sucede en algunos casos.


Tal vez, y volviendo al principio, el gran problema sea que la enorme cantidad de usuarios de Facebook y la consecuente enorme cantidad de anuncios presentes en el Marketplace. Controlarlos uno a uno sería prácticamente imposible, por lo que la red social recurre a la automatización de gran parte del proceso. Por eso, muchas veces se escapa al control el plano semántico de los anuncios: el común de los mortales entiende que si te venden un bolígrafo por 200 euros y te regalan una entrada para un partido de fútbol, se está produciendo una reventa ilegal. De igual modo que si lees en la descripción de una tienda de productos 'bio' que tienen "efectos curativos, antiinflamatorios, analgésicos, relajantes, drenantes, saciantes", te salta la alerta de que puedes estar ante un producto homeopático. Pero a la IA del Marketplace, no.

Otro ejemplo es de los productos que prometen bajar drásticamente de peso en pocas semanas o recuperar el cabello perdido en poco tiempo. Hay desde cafés adelgazantes hasta crecepelos de imitación que tienen la capacidad de regenerar las frentes más anchas. También hay pulseras hematíes, que prometen mejorar tu bienestar general y que están formadas por una "piedra buenísima para la circulación y para adelgazar". Otra versión más superlativa de pulsera homeopática es la que está formada por turmalina, "la piedra más potente en la Tierra, que sirve para quitar las radiaciones de los móviles, para estar más positivo, para rechazar las malas energías, para adelgazar, para el insomnio y para la depresión".

Revisión tras un proceso de criba automático

Desde Facebook se argumenta que el sistema de control y moderación de los contenidos publicados en el Marketplace -que llegó a España hace poco más de dos años- pasa por un doble filtro: para eliminar artículos y vendedores fraudulentos, en primer lugar se utiliza un sistema de criba tecnológica y, en segundo lugar, un equipo humano se encarga de revisarlos y detectarlos, basándose en las políticas de uso del Marketplace, que describen lo que está y no está permitido publicar. En este sentido, este control de lo publicado principalmente se deja en manos de un sistema automatizado, actuando los equipos de revisión cuando es necesario.

Concretamente, el proceso de control de lo que se publica en el Marketplace empieza inmediatamente después de que un usuario cree un anuncio: primero, Facebook revisa que el contenido se ajuste a sus políticas; después, el anuncio se publicará, se rechazará automáticamente y nunca se publicará o, en algunos casos, la red social opta por enviar esos contenidos a sus equipos de revisión para que se verifiquen más a fondo, antes de decidir si se puede publicar o no. Si aún así el usuario considera que se le ha censurado un contenido lícito, el cuarto paso es un proceso para apelar. Si se ha tratado de un error, Facebook permite la publicación del contenido. En cualquier caso, ese 'feedback' es utilizado por la red social para mejorar su proceso automatizado de control de contenidos.

Pero el de Facebook no es el único caso. En la mayoría de las apps o webs de compraventa de productos de segunda mano ocurre el mismo problema. En Wallapop, por ejemplo, la ropa falsificada abunda, así como los frascos de Chanel a pocos euros. Aunque, como en el Marketplace, siempre hay varias formas de detectar posibles fraudes como identificar al vendedor, identificar el producto, desconfiar de las gangas, preguntar por el modelo al fabricante o contactar con el vendedor y pedirle pruebas de que lo que vende es original. Y, si no, siempre puedes probar fuera de las apps de segunda mano en https://www.camisetasfutboleses.com/.

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